La formación en reiki a nivel occidental está enfocada básicamente como sistema de crecimiento personal. Cada nivel es un peldaño en el sistema que te va formando y dando herramientas para tu propio crecimiento. Desde el momento en que realizas el primer nivel, eres capaz de canalizar energía reiki para ti y para los demás. Pero la gran confusión es que esto no te habilita como terapeuta. De hecho, hacer los niveles y no trabajarlo, es casi como no hacer nada. Personas que en pocos meses realizaron los cursos y no integraron su contenido, no captaron lo que supone realmente la esencia de reiki. Hay personas con solo un nivel I con mucha más capacidad y percepción que algunos “maestros”.
El transmitir energía tras cada nivel efectivamente te permite dar reiki a otras personas, aunque en un contexto más cercano, donde el practicante de reiki deja simplemente a la energía hacer su trabajo; pero esta formación no habilita a la persona para trabajar como terapeuta profesional de reiki. Es necesaria una formación determinada para aplicar reiki a nivel terapéutico. Existen protocolos para dolencias específicas que el alumno por niveles no conoce, y ante un paciente con una dolencia específica, no sabrá como actuar de forma más efectiva.
Es conveniente a la hora de realizar un tratamiento, informarse de la formación de la persona con la que te vas a tratar, ya que los niveles son insuficientes para este tipo de trabajo. Comprueba la formación de la persona y la procedencia de su titulación antes de ponerte en manos de él o ella.
Esta formación abarca desde el trato con el paciente y su evolución durante el tratamiento, como una formación avanzada para el tratamiento de dolencias específicas, y unos conocimientos básicos de fisiología humana, y farmacología. Todo ello con el fin de sacar el máximo partido de la energía del reiki.